Hay quienes al leer lo que escribo manifiestan que aparento padecer una especie de enfado eterno porque no hago más que expresar públicamente mi dolor por algunas cuestiones relacionadas principalmente con la crueldad con los animales. Algo me dice que lo que emiten tal diagnóstico son los aficionados a armas como la banderilla y el rifle.Admito que esa es la impresión que doy, pero es que me cuesta poner sonrisa de estúpido complaciente ante lo que considero barbaridades e injusticias. Hoy, sin embargo, voy a darle un respiro a los que me acusan de vivir constantemente indignado, porque escribo estas líneas sintiendo como el lugar que normalmente ocupan la rabia y la amargura está habitado por la satisfacción, por la sensación de que a veces, el destino sabe recompensar el esfuerzo y el compromiso de los que parece que siempre llevan las de perder.Es un día histórico, y no porque se haya "borrado" la libertad en una Comunidad como algunos insinúan, sino porque se ha levantado la condena que pesaba sobre algunos seres por pertenecer a una especie. Hablo de los toros. Cierto es que tal vez mueran en otras plazas, pero ya no lo volverán a hacer en las catalanas y cada patíbulo menos, es un motivo de alegría.Muchas han sido las amenazas y las voces catastrofistas que auguraban lo peor si la ILP por la abolición salía adelante. Yo ni soy catalán ni vivo allí, pero desde esa tierra me llega una bocanada de aire fresco que hace que note menos el olor a sangre inocente derramada que todavía envuelve muchos otros lugares en este País, porque ahora sé que es posible poner fin a tradiciones terribles que algunos pretenden inamovibles. Gracias a nombres como Mercedes Cano, Ana Mulá, Nuria Querol, Leo Anselmi, Antonio Moreno, Jesús Mosterín o Jorge Wasemberg que entre otros, tuvieron la decencia y el valor de defender en un Parlamento la necesidad de acabar con esta tortura institucionalizada quiero expresar mi gratitud también a todos los seres anónimos que demostrando un compromiso igual de valiente trabajando por esta iniciativa, han contribuido a hacer de España, al menos en parte, un País más libre, justo y sensato. Y gracias también a los políticos que han utilizado la capacidad que los ciudadanos les han conferido, para legislar a favor de las eternas víctimas.Hoy soy feliz, y aunque mañana probablemente regresaré a mi dolor e incomprensión ante tanta crueldad todavía presente en las acciones del hombre, nadie, ni siquiera los que ahora no pueden soportar que se prohíba la brutalidad con seres vivos, podrán arrancarme la esperanza que el 28 de Julio de 2010 se instaló en mí.Julio Ortega Fraile

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