Poco me gusta hablar o escribir en este caso, del mundo de las corridas de toros, mi posición siempre la he tenido muy clara, e incluso publicada en este medio de comunicación. No me agrada en absoluto una corrida de toros, pero también soy de los que piensan que sin las mismas, tampoco habría toros bravos en nuestras dehesas, y este bello y emblemático animal solo pudiera ser visto en los zoológicos. Pero eso si, quizás se podrían eliminar o cambiar, de la llamada lidea, eso mal llamado bajo mi punto de vista "artes", algunas situaciones lamentables, que se producen a lo largo de la misma. Y como no si totalmente en contra de otros tipos de espectáculos por así llamarlos con toros y otros animales, razonados increíblemente en tradiciones de hace siglos. Señores estamos en el XXI por favor. Pero escribo la presente por una cuestión que me ha llamado la atención en este mundo de lo que llaman tauromaquia. Hace unos día oyendo la radio, cosa que hago a todas las horas que puedo y en un programa nocturno, de una cadena importante y en su programa de fin de semana dedicado al mundo de los toros, trataron del indulto a los mismos. Y la verdad es que me quedé sorprendido sobre las opiniones tanto del director del programa, como de los contertulios, y es que criticaban la últimamente dicen ¡mála! costumbre de los indultos a muchos toros, sobre todo por parte del público y muchas veces incitado por los propios matadores. Ni mucho menos voy a entrar en lo profundo de este tema y reflexión de esta opinión por parte de los que acuden a las plazas, pero lo que si puedo deducir, equivocadamente o no, es que algo debe estar pasando con los que acuden a las mismas y que se decantan, parece ser cada vez más, de lo justo de perdonar la vida de este verdadero prodigio animal de nuestra naturaleza.(*) El autor es naturalista