Lágrimas de sangre recorren tus ojos, saliva roja expulsas por tus encías. Otra paliza más en el instituto, y te callas, te sumes en tu propio olvido haciendo caso omiso a tus pensamientos, haciendo caso omiso a tu corazón que grita que lo cuentes.

Día dos: la palabra maricón recae y te martillea la sien. No puedes más, sabes que pronto te derrumbaras ante el golpeteo incesante de los abucheos, las miradas falsas y las omisiones de ti mismo.

Día tres, otra paliza, esta vez te golpean en el estómago, más sangre que expulsas por tu mullida boca. Sabes que así no puedes seguir y simplemente te ahogas cada día en alcohol y descubres algo nuevo: las drogas alucinógenas que te evocan a un nuevo mundo desconocido para ti.

Han pasado los días, la anorexia, las drogas y las palizas te consumen tu cuerpo. Las palizas ahora son un problema lejano y tú piensas sólo en esnifar cuantos gramos de coca te vas a meter esta noche. Ya no pareces persona, tus ojos marcados por venas no tienen ira, sino dosis altas de MDMA. Un día no te levantas, te quedas en tu cama, no respiras, no tienes aliento, tu vida se apagó. En el instituto unos dicen: "pobre chaval" mientras los que te golpeaban todos los días espetan que eras un drogadicto.

Al día siguiente, los mismos profesores que ignoran lo acaecido todos estos meses, organizan un acto en tu nombre, existen lágrimas, penas y cabezas gachas en un halo de falsedad. Muchos se preguntan porque si lo sabían no lo dijeron, otros pasan del tema como un alumno drogadicto que no les importaba y el sector de los agresores con falsedad máxima lloran junto a sus compañeros. Todos llevan una vela y los padres presentes enuncian: "mi niño, era buen chico, no sabía nada de esto, pero ahora no está aquí, quiero que sepáis que él me pudo contar aquellas agresiones, quiero que sepáis que sabemos quienes son los agresores, y sí, mi hijo era homosexual, mi hijo era lo que vosotros llamabais maricón. Mi niño era igual de corriente que vosotros, y no, no le gustaba pegar. Odiaba la violencia y en un principio las drogas. Pero él, empujado por factores externos empezó a esnifar y tomar, acabando y consumiendo lentamente su vida. Él no sabía lo que hacía pero vosotros si, y ahora qué, algunos de esta sala me quedó sin lo que más quería. Acabasteis con un chaval de 17 años con un futuro muy prometedor... ese futuro ahora está sesgado, y yo rota por dentro, ahora no me queda nada. Sólo los llantos que por la noche nadie escucha y la soledad de no tener a una de las personas a las que más quiero y amo. Nada, ahora no tengo nada, sólo yo y mi tristeza de la que nunca saldré.

A todos los chavales que sufran este tipo de agresiones, denunciad, no os calléis, no asumáis a vuestros agresores, porque podéis acabar igual que él, podéis acabar con unos padres rotos y una familia hundida, como ahora está la nuestra..." Tu madre rompe en el llanto y tu padre la consuela. Sé lo que piensas, y ahora no hay vuelta atrás. Ahora que tú eres alma, cuidarás de ellos, como ellos han cuidado de ti. Ahora que eres alma, eres libre. Libertad, preciosa palabra, ¿Supieron lo que significaba algunos de tus agresores?