Basta que estemos pasando por unos momentos muy duros con el tema de la larga sequía que padecemos en España desde hace ya muchos meses, y en este caso, especial y concretamente en nuestra Comunidad Autónoma, creo que puede ser el momento nuevamente de hablar y tratar del siempre grave problema de las especies llamadas alóctonas con que contamos en nuestros ríos, charcas y sobre todo los muchos embalses existentes a lo largo y ancho de nuestra geografía extremeña. Su competencia alimenticia ante todo todo, su voracidad hacia otras especies autóctonas, así como también la demostrada transmisión de nuevas enfermedades a los restantes habitantes de estos tipos de habitats, todo motivado por en la mayoría de los casos su gran adaptación a su nuevo medio, hacen de la situación actual en la que nos encontramos una cuestión muy preocupante a muchos niveles, como pueden ser el de la pesca deportiva y la transformación de todo un ecosistema. No hablamos de una cuestión ni mucho menos exclusiva de Extremadura, el asunto está presente a nivel nacional, hay datos donde se informa que sobre el 25% de las especies piscícolas que pueblan nuestras masas de agua son procedentes de otros países. Algo desde luego muy desmedido y descompensado, y que da a entender la importancia y dimensión de la situación en la cual nos encontramos. Algunos estudios incluyen hoy día a especies tan conocidas y populares en el mundo de la pesca como por ejemplo la carpa y la tenca, entre otros. Parece un poco exagerado y desproporcionado, dado que son actualmente especies adaptadas totalmente a nuestro medio, y más cuando hablamos del caso de las dos referidas, que son unas de las bases fundamentales de nuestra pesca deportiva por ejemplo, así como también en el tema gastronómico en el caso de la segunda, y que por otro lado llevan con nosotros decenas de años. Aunque sin duda como dato científico es totalmente cierto. El verdadero peligro lo tenemos que fijar al día de hoy, bajo mi punto de vista, que ya es lo suficiente y realmente preocupante, como son pueden ser los casos del numeroso y dañino cangrejo americano, la almeja asiática, el voraz perca sol, ya un poco tarde quizás el back bass, o el mostruoso y gigantesco siluro, así como otros. Y que decir también de las nuevas plantas que se están adueñando del cauce de nuestros ríos sobre todo de forma muy peligrosa para todo el sistema fluvial. Precisamente en la actualidad tenemos el conocido y descomunal caso por su rápido crecimiento, del camalote o jacinto de agua, especie amazónica, que está invadiendo algunos puntos del Guadiana, y que de no poner un remedio seguro se puede convertir en una gran amenaza en todos los sentidos. Y lo lamentable de todo, es que su introducción se produce por motivos de todos conocidos; como puede ser a veces de una forma intencionada, cuestión que debería de ser duramente perseguida, o por la simple ignorancia de no saber, así como no poner reparos en lo que se está haciendo y sus posibles y demostradamente ciertas consecuencias. Aquí también tenemos sobre todo el asunto problemático y grave, en lo que se ha convertido el comercio de toda clase de especies, actualmente casi al nivel de mafias como la del tráfico de drogas y armas según nos informan, dado que sigue habiendo una mayoría de personas que no reparan en el hecho de que cualquier animal o ser vivo no es un simple juguete, y requiere unos cuidados y alimentación lo más acorde posible con su especie y su verdadero entorno, y lo principal, que sus dueños por dichas dificultades a la hora de la verdad, tampoco se complican la vida en la forma y a la hora de deshacerse de los mismos por muy diferentes motivos, como sobre todo pueden ser el aburrimiento, molestias, tiempo, su capacidad para sus cuidados, manutención y un largo etcétera. Por ello decir que lo realmente cierto es que los verdaderos protagonistas de todo esto, se las buscan como pueden en lugares y ambientes que no son los suyos y donde se ven envueltos sin saber el porqué, por lo cual y de justicia es que no son ni mucho menos los verdaderos culpables de toda esta preocupante situación. (*) El autor es naturalista