Hace un tiempo supe, gracias a un estudio realizado por científicos británicos, que los gruñidos de los cerdos ofrecen información sobre su personalidad. Tengo que admitir que me resultó curioso. Dicho estudio me hizo recordar los premios Ig Nobel (también llamados “anti-nobel”) pues sirven para premiar investigaciones absurdas y ridículas.

Como ejemplo: el estudio del sexo de las ratas con pantaloncito puesto. Muchos creemos que, quizás, estos estudios concienzudos y caros, deberían dirigirse más hacia la investigación del cáncer o las enfermedades raras, entre otros.

Sea como fuere, yo me descubro ante el trabajo del científico, no solo por su desmedido esfuerzo para lograr resultados, sino porque, en ocasiones, debe enfrentarse a la crítica implacable de gran parte de la Humanidad, que no comprende sus objetivos, ni sus fines.