A la pobre no le adornaban cualidades físicas, a primera vista, que quitaran el hipo. Los cánones de la belleza pasaron de largo por su cuerpo destartalado. A pesar de ese inicial revulsivo que impedía la relación natural entre las personas, dentro de ese cuerpo desgarbado había una luz especial.

Su tonalidad era de un color rojo intenso, y su atracción era capaz de eclipsar a la más bella de las esculturas griegas conocidas.

Su gran corazón fue capaz de vencerle la batalla a lo superfluo. No es nada fácil contemplar la grandiosa naturaleza interior, desde los fríos arquetipos banales que se instalan en nuestra visión ocular. La fuerza del corazón, es capaz de mover cualquiera de las rocas que encontremos en nuestro camino; incluidas las cumbres del Himalaya.