La más famosa de las leyes secas se produjo en los Estados Unidos de América entre 1920 y 1933 casualmente, año en el que Hitler llegó al poder. Pero hubo otras, no tan famosas:1908-1945: en la Isla del Príncipe Eduardo, y por cortos periodos de tiempo en otras localidades de Canadá1915-1922: en Islandia sin embargo la cerveza siguió prohibida hasta 19891916-1927: en Noruega el vino fortificado y la cerveza fueron incluidos entre 1917 y 19231919-1928: en Rusia1919-1932: en Finlandia llamada kieltolaki1950-2000: en algunos estados de la India. Últimamente, y a raíz del proceso de documentación para mi último libro, he obtenido algunos datos interesantes sobre leyes interesantes y no poco surrealistas. Algunos ejemplos: a Hitler se le ocurrió la brillante idea de prohibir el tabaco. Uno de los motivos que argüía ese señor con bigote era que el gasto público era excesivo. ¿Les suena? Sin embargo, y como mi libro trata de la propaganda y mi anterior libro Un Siglo de Cenizas sobre el tabaco, y me he permitido el lujo de pensar largo y tendido en ambos temas, he llegado a algunas conclusiones y reflexiones que me permito el lujo de sacar a la luz.¿Se trata de un tema de higiene moral-económica? En el 2008 el Estado Español recaudó 9.266 millones de euros de los impuestos derivados del tabaco.No está nada mal.Otro dato público: dicen que el tabaco le cuesta a la sanidad unos 5.000 millones de euros.Volviendo a mis tiempos de colegial haré una suma: 9.266 – 5.0000 = 4.266. Y para los que no sepan matemáticas lo aclararé aún más: el Estado tiene un superávit con el tabaco de 4.266 millones, por no hablar de los impuestos indirectos que el sector del tabaco genera: los estancos pagan impuestos y los bares de noche también que tendrán indudablemente que ver reducida su clientela. Dícese, a estos públicamente reales 4.266 millones tendríamos que añadir los de los otros impuestos.Reflexionemos un instante: dos sistemas que si bien son diferentes coinciden en una medida tienen un objetivo y se valen de unos medios para conseguirlo. En la Alemania de 1933 -1945: convencer al ciudadano que el Régimen cuida de ellos estadística y moralmente. En la España actual: convencer al ciudadano que el Estado cuida de ellos estadística y moralmente. Vemos irónicamente claras diferencias entre los intereses propagandísticos de uno y de otro. Y mientras, y a modo de conclusión, les daré mi vulgar opinión: la clave no está en reducir la venta, sino que el año que viene hay elecciones y hay que intentar plantear unas cifras públicas más o menos decentes. Que suba o baje el número de fumadores no importa, lo que sucede es que un incremento del 50 en el precio del tabaco supondrá en el 2010 un aumento en esos casi 10.000 millones de euros que van a parar al Estado y así, y de paso, podrán electoralmente proclamar la propagandista y mefistofélica idea que subyace bajo todas estas mareantes cifras: el Estado cuida de todos nosotros. Sólo tiene un pequeño pero: vaciando los bolsillos al ciudadano. Les dejo, amigos míos, que tengo unos excelentes Montecristos que merecen mi atención.** Martín Cid es autor de las novelas Ariza, Un Siglo de Cenizas, Los 7 Pecados de Eminescu y del ensayo Propaganda, Mentiras y Montaje de Atracción.