Casi toda España sabe que nos ha sido concedida la bandera azul de costas de agua dulce, la primera, dicen, de estas características. Estamos de enhorabuena. Tenemos agua pura y cristalina en gran cantidad en nuestro embalse. Tenemos casi de todo en este pueblo que aspira a ser centro turístico para propios y extraños. Tenemos agua, también tenemos agua, además tenemos agua y, sobre todo, tenemos agua en fin... que solo tenemos agua, porque lo demás brilla por su ausencia. Hay un hotel o lo que sea, porque cada vez se le denomina de distinta forma, que no funciona. Un camping de 1ª categoría que apenas abrió echó el cierre y ahora está abandonado. Un restaurante a pie de playa que acabará en el desguace porque nadie sabe qué hacer con él. Y sobre todo tenemos unos alrededores en las entradas o salidas, según se mire, del pueblo que da gusto no contemplar: escombreras monstruosas que se van comiendo las laderas, las peñas y los árboles, basureros que acaban convirtiéndose en Guarrerías Preciados, caminos ancestrales que llevaban al río, destrozados e intransitables, orillas atestadas de desperdicios de las que nadie se hace responsable, en fin... una encantadora tarjeta postal de bienvenida para todos los que se acerquen a visitar el lugar. Son dignas de visitar las escombreras del final de la calle Calvario, traseras de Moreno Nieto, Campanario, Miralrrío y la ladera de la Fuente Maiserrana, ¡qué lejos, amigo Currito, quedan los ecos de tu canción:

¡Qué orgullo ser extremeño

y haber nacío en Orellana

y haberse dao unos baños

allá por el Maiserrana Todo esto lo digo con gran dolor de mi corazón, porque amo a mi pueblo y se me parte el alma al comprobar cómo entre todos, nos lo estamos cargando. Y estoy harta de tanta hipocresía y vanagloria, de presumir de lo que podríamos tener y no tenemos, ¡ya está bien de ponernos moños! porque estoy hasta...lo que rima de que nos vendan mentiras. Ya es hora de que los que se llenan la boca diciendo lo bonito que es nuestro pueblo, se pongan las pilas y arrimen el hombro. No es necesario hacer cosas nuevas, sino dejar de hacer barbaridades contra el medioambiente o impedir que se hagan. También me desespera que se tiren la pelota los de este o aquél partido político. El pueblo es el pueblo, y el pueblo es de todos. Pero mucho me temo que los que de verdad, pueden hacer algo, se pongan anteojeras para no ver más allá de sus narices y se tapen los oídos para no oír las quejas de los que vemos cómo los alrededores están pidiendo a gritos limpieza y rescate. Desde aquí, pido a las autoridades competentes que se pringuen de una vez por todas y dejen de lanzar trinos al aire. Y cuando este pueblo sea un lugar limpio y hermoso de verdad, dónde pasear por sus contornos sea una verdadera delicia y acercarnos a las orillas del Guadiana, desde cualquier lugar de la ribera sea fácil y placentero, les invitaremos a todos ustedes a que vengan a disfrutar de este tranquilo y privilegiado rincón extremeño. Pero, solo tenemos agua, eso sí, digna de la dichosa banderita.H.F.A.