Quisiera con este ejemplo real, aunque parezca mezclar churras con merinas, me sirva de base para abordar el tema en cuestión al cual me quiero referir con estas letras. Voy a ello. Equivocadamente hay muchas personas que entienden a los llamados ecologistas, con gente joven de ambos sexos, sus correspondientes pendientes y largo pelo o todo lo contrario, hecho totalmente equivocado. Los hay muy puestos, como se dice. Miren un claro ejemplo: personas de las primeras características, turistas, visitantes de cualquier pueblo o ciudad, en este caso extremeño, entran en un bar, restaurante o lo que se le quiera llamar y la pregunta de uno de ellos es la siguiente: "¿Tenéis peces pequeños fritos?". En este caso ilegales y no solo por el daño a las correspondientes especies, también por el peligro que ello conlleva para nuestra salud, dependiendo de donde son capturados.Hablamos de pescado de agua dulce. Así como que no de algunas especies piscícolas de nuestros cursos fluviales y pantanos cuyo tamaño es reducido y son capturados legalmente, con caña por supuesto. Tampoco, ni mucho menos de mar (como los de la foto, los típicos boquerones).Bueno, al grano. La contestación es: "Sí, pasen y siéntense donde quieran". Y ahora viene la expresión siguiente por parte de uno de los clientes: "¡Menos mal!, creía que no los íbamos a encontrar en ningún sitio, porque nos habían comentado que por aquí los había". Este último comentario del sujeto en cuestión no parece muy mala noticia, dado que detecta que cada día es más difícil conseguirlo, aunque yo tengo mis grandes dudas por estos pagos e imagino otros. Se acuerdan del famoso anuncio de Pezqueñines no..., pues perdonen pero se me paso por la cabeza que se hubieran llevado tan divertido coletazo.Por último y capítulo a parte merecería también el asunto de los llamados `pajaritos´, quizás mucho más grave que el comentado, enmascarados muchas veces con el nombre de `pio pio´ y otros, en los visibles carteles de dichos establecimientos. Espero tener la oportunidad para ello.