Todos los días saltan las alarmas de nuestras emociones. Es inevitable. Su intensidad es manejada por los parámetros de la consciencia; en la medida que queramos ver la realidad aplastante que nos permite nuestra formación ante la vida. Qué importante es aprender a pensar bien.

Descartar todos los efectos nocivos que atentan contra nuestra salud mental, causa principal, que va lastrando la posibilidad de disfrutar plenamente de la vida. Las envidias, los celos, el odio, la ira… solo son pensamientos erróneos de nuestra complicada y asustada mente. Sujetemos nuestras emociones e instruyámonos en el arte de pensar bien. Nuestra vida mejorará paulatinamente.