El pasado día 24 de diciembre, víspera de Navidad, mi hermano y yo decidimos ir a jugar tenis a la diputación, en El Cuartillo, pero el uso y disfrute de las pistas de tenis nos fueron negadas por el trabajador al cargo en ese momento.Eran las 14.00 horas. Llevábamos nuestras raquetas y pelotas mientras seguíamos el asfalto que conduce hasta las pistas de tenis. Delante de nosotros caminaba un señor que, pese haber reparado en nuestra presencia y lógicas intenciones, no tuvo la cortesía de informarnos que se disponía a cerrar todas las pistas de juego. Sólo cuando él estaba echando el candado a una de las pistas, y nosotros a pocos metros de él entonces, caímos en la cuenta de que se cerraban las instalaciones. Y sí, eran las 14.00 horas cuando las instalaciones deberían cerrar a las 15.00.Hablamos con él para alquilar durante una hora la pista, pero nos dijo que no tenía sentido porque a las 14.45 debíamos abandonar el complejo. ¿Por qué cerraba entonces él las pistas con tanta antelación? Esta respuesta no nos valió e insistimos, pero nos negó a ese alquiler. Así, nos dirigimos al edificio principal a la ventanilla de información para tratar el asunto con alguien que sí estuviera dispuesto a realizar su trabajo de manera eficiente, y qué sorpresa al encontrar aquello desierto y descuidado, con el despacho de información abierto para libre intrusión de cualquiera.Nos fuimos muy decepcionados del lugar y maldiciendo en silencio. Ahora, queremos compartir las presentes líneas con el pueblo cacereño no estrictamente a modo de queja, sino para pedir que se tenga más en cuanta a aquellos jóvenes que como nosotros gustamos de hacer deporte incluso en días semifestivos y en horarios aún laborables.