Piensen en la historia de aquel elefante que permaneció durante largo tiempo atado de una gruesa cadena. Por lo general en zonas de máxima explotación turística y laboral, en donde estos paquidermos son vejados. Por algún sitio he leído aquella prueba que le hicieron a uno de ellos, soltándole la cadena y sustituyéndola por un delgado hilo.

Comprobándose que, el animal nunca se movió de su sitio, aún notándose más aliviado de su yugo. Quizá, su instinto o inteligencia, había zanjado para siempre su conflicto en favor de esa esclava sumisión. Si el pobre elefante nos pudiera indicar, de alguna manera, el cambio político que necesita nuestro país, no dudaría en mover su trompa en todos sentidos: centro, derecha e izquierda.

En total desacuerdo con todas las tendencias políticas que nos han llevado a este indeseado y paupérrimo estado. Este imaginario ‘Dumbo’, nos aconsejaría la participación activa en cualesquiera de las actividades que se organizan para la lucha y exigencia de nuestros derechos; que se confunden con esas falsas ataduras que no queremos ver.