Ahora que se acerca el verano, recuerdo dada mi afición, o más bien pasión por las aves, por otro lado de toda la ciudad conocida, y en particular y raramente para muchos no solo de Jerez, de mis queridos enlutados córvidos, un caso para mi que me quedó sinceramente bastante asombrado a pesar de conocer lo increíble de los mismos. Me entregaron como en otras muchas ocasiones un pollo de grajilla, por aquí y en mucha Extremadura, llamados "grajos", de tan solo dos semanas de edad aproximadamente, caído del nido, por causa del calor quise entender. Entonces y hablo del mes de Junio tenía otras dos grajillas adultas y totalmente irrecuperables a causa de ser objeto de lesiones irrecuperables por diferentes motivos, alguno provocado no por simples caídas, pero que merecerían capitulo aparte. Las mismas que todavía tengo, una incluso aunque parezca raro, enviada desde Huesca por mi buen amigo Joaquín López. Por lo que como en otras ocasiones la incorporé a vivir con ellas, aún yo llevando su manutención por lo pequeña de la misma, para poder sacarla adelante, y conseguir ser recuperada a la vida salvaje y libre, dado que no tenía ningún daño para que ello no fuera así. La sorpresa se produjo unos días después, cuando por la ventana de la habitación donde se encontraban, apareció su posible progenitor o progenitora, con comportamientos muy típicos de la especie, como graznidos de alarma al verme con ella, y un largo etcétera. Pero no quedó hay la cosa y por el único sitio que podría entrar apareció esta o este, casi seguro lo primero por su tamaño, o sea, una chimenea de las antiguas casas, la cual tiene la contra de poder entrar pero no salir, dada su altura y estrechez, así como mis medios para que no escapen aunque muy difícil de conseguir las incapacitadas para vivir en libertad. El problema después de muchos esfuerzos y cuidados quedo resuelto dado que yo mismo la hice salir por la puerta de la azotea cercana a dicha habitación, a lo cual llego, dada su demostrada inteligencia a realizarlo sin ninguna clase de dificultad las dos veces al día, que iba a depositarle de comer a todas, lo que esta aprovechaba para cebar a su pollo, durante las muchas horas que pasaba dentro. Como supondrán cada vez que aparecía yo en escena, la misma tenía verdadero pánico, pero no dejó de entrar hasta una vez ya criado prácticamente el pollo. Creyendo que fue dicha causa la que produjo la falta de la misma o lamentablemente otra como se pueden imaginar. A los pocos días puse en libertad a la misma sin ninguna clase de problemas, ya sabía por enseñanza de la intrusa, así como de las dos residentes de por vida lamentablemente que debe estar siempre a distancia del hombre. Se que se trata de una simple grajilla, pero no deja de ser un caso, creo muy particular y todo un ejemplo de hasta donde llega un animal para el caso de defender y cuidar a sus pollos en este caso. Por lo menos para mí, me parece algo increíble y lleno de todos los adjetivos que se quieran poner de valentía, amor por la prole y un largo etcétera, que entre los humanos en algunos casos no existe, ¡ Ni mucho menos ¡(*) El autor es naturalista. Ornitólogo