El mundo de nuestras víboras siempre ha sido un tema de los que más me ha llamado la atención y curiosidad, sobre todo por el relativo misterio que envuelve a las mismas, aunque para ser sincero son todos los relacionados con el apasionante mundo de la naturaleza. Por ello después de intentar en lo posible estudiarlas más intensamente, dado el limitado conocimiento que tenía sobre las mismas, me gustaría escribir de la relación de este conocido tipo de fauna, por lo menos a nivel impopular, con su razonable en algunos casos explicación, con las personas que pisan y frecuentan nuestros campos, por muy diferentes motivos y razones. Empezando desde luego por sus verdaderos protagonistas, que no son otros que los que viven del medio rural, cada día menos por otro lado, siguiendo y como olvidar a muchos otros en plan aficionado, dentro de los que destacan de manera especial y apreciable al colectivo de cazadores y sin duda a muchos otros por diferentes formas de vivir la naturaleza, y acabando por desgracia por estos excursionistas de pitiminí, que van de modas y que se dan de naturalistas muy equivocadamente, así como en otras cuestiones, y que se asustan de una simple hormiga, para que decir nada de este tipo de reptiles y otras especies que solo ven en la televisión o en una enciclopedia. Hablo o mejor escribo de un tema como he referido siempre muy comentado por sus numerosas historias, en su mayoría negativas para la especie, muchas no cabe duda producto de las fantasías que siempre nos atraen a los que nos gusta el campo, así como nunca negar por muchas referencias y casos con resultados fatales y ciertos, que han existido y que pueden seguir produciéndose, nadie lo puede dudar. Pero hoy día ¿cuantas noticias tenemos de estos hechos?, y siguen estando ahí, no lo duden. Mi explicación y en plan positivo dice que mucho tiene que decir el gran cambio de mentalidad en estos temas de nuestra actual sociedad en general. Entremos en el tema de un modo más científico por así llamarlo, que sin duda se quedará muy corto, no soy ningún especialista como he dicho en ello, solo pretendo que sea una pequeña introducción de las más básicas características de estos animales. En la península ibérica según los últimos estudios a que he tenido acceso tenemos a tres ejemplares de este genero de víparos. La víbora hocicuda (vipera latasti.), presente prácticamente en todo nuestro territorio y que es fácilmente reconocible precisamente por la elevación, saliente o bulto que tiene sobre su nariz, estilo rinoceronte a pequeña escala claro está. La aspid, (vipera aspis), que se mueve casi exclusivamente en la zona de los Pirineos y por último la víbora de seoane, (vipera seoane) que es la típicamente cantábrica, por otro lado estas dos últimas con morros totalmente planos. Todas frecuentas zonas pedregosas dentro de sus diferentes hábitats, así como que su medida a diferencia de nuestras culebras, que llegan a mucha más longitud, no supera normalmente los 75 centímetros, con la sola excepción de la última que puede llegar al metro en casos excepcionales. Pupilas verticales, colas cortas, cabezas triangulares y dibujo en zig-zag en su banda dorsal, exceptuando a la de seoane donde es notoriamente ancha. Continuando con estos alegóricos por así decirlo reptiles, creo que lo fundamental son las pautas a seguir cuando te encuentras con uno de ellos en caso de realmente serlo y poderlo identificar correctamente, cuestión que no es siempre fácil sobre el terreno, desde luego tengan claro que ellos no provocarán e intentarán dicho encuentro. Y no son otras que una gran precaución y cuidado, nunca ante una accidental picadura viperina, tanto por circunstancias inesperadas como puede ser lo habitual, o comportamientos no adecuados, hacerse el valiente de turno y utilizar técnicas estilo rambo, así como nunca seguir con la faena en cuestión. ¡Eso jamás! Lo principal es la tranquilidad y actuar en consecuencia con lo ocurrido, que lamentablemente muchos ignoran en todos los sentidos, tanto en lo no trascendental de principio, como también en lo totalmente falso y negativo del hecho. Por ello si tienen un tropiezo con alguna de ellas, y tener un contacto íntimo por así decirlo, como he dicho, no olvide trasladarse al centro de salud más cercano, que no tendrán ninguna clase de dificultad en controlar el veneno del reptil. Y al día siguiente seguir saliendo al campo, si se lo puede permitir, o si por el contrario no le queda más remedio, que seguro que será muy difícil que se encuentre en la misma situación del día anterior. Y como no hacer mención expresa al deporte cinegético. Aunque la actividad estos ofidios no es muy frecuente en los meses de caza, no se debe de descartar algún encuentro ocasional, porque sobre todo pueden ser sorprendidos en sus guaridas, así como también y porque no pensarlo, por el ya famoso cambio climático, con las actuales temperaturas, que vemos claramente que están influyendo de manera muy apreciables en las costumbres de bastantes especies de menor actividad en el periodo otoño invierno, así como otras donde incluso no era lógica su presencia actualmente. También como que puede tratarse de culebras, las llamadas "bichas" por decir solo uno de los innumerables vernáculos existentes, lo cual puede ser mucho más posible por su mayor abundancia, eso si, ahí que tener muy en cuenta que todas inofensivas y ninguna con veneno o ponzoña. Por último solo decir o mejor repetir que es difícil encontrarse con alguna de ellas, en la gran mayoría serán encuentros con culebras como he comentado anteriormente, pero tampoco olvidemos, aunque reconozco que a muchas personas le parezca una cosa anormal, y que incluso le produce irritación, que todos los reptiles en este país como en el resto de los europeos de nuestro entorno están protegidos, y sus razones habrá. Pero sinceramente este no es el tema. (*) El autor es naturalista. Técnico en Gestión de la Fauna y de Espacios Naturales.