Las cosas pintan mal para los de este lado de la corteza terrestre. Ya quedó escrito, a lo largo de la historia, lo crápulas que somos los seres humanos. Y así seguimos. Sin bajarnos de la burra. Da igual que acaben con nosotros los terremotos; maremotos; la máxima actividad de los volcanes en erupción; el impacto de los meteoritos; las riadas… El bastardo ser humano, en nombre del orgullo, la arrogancia y la soberbia, emula a estos negativos fenómenos naturales. Superándolos. Y bien rubricados, con la inconfundible firma de los intereses creados. Guerras civiles, mundiales, santas (relatadas por los historiadores), y que continúan, irracionalmente, a caballo entre el pasado y el presente. Una gran borrasca se nos avecina, anunciándonos vientos de una guerra de guerras.