La UE ha aprobado la retirada gradual de bombillas incandescentes de más de 100 vatios de potencia a partir del 2009 hasta su desaparición total en el 2012, tal y como había propuesto la Comisión Europea (CE). El Ejecutivo comunitario calcula que el cambio hacia dispositivos de iluminación eficientes supondrá un ahorro de casi 40 teravatios hora (equivalente al consumo de Rumanía o a 11 millones de hogares europeos) y un recorte de quince millones de toneladas de emisiones de dióxido de carbono (CO2).