Debe de ser una de las primeras veces que el ladrón de guante blanco creado por el escritor Maurice Leblanc, uno de los clásicos del folletín de aventuras y misterio, se nos presenta como Ars¨ne y no rebautizado como Arsenio, que así llegó a las pantallas españolas en las películas que preceden a esta recuperación cinematográfica del personaje.

El respeto es total, no tan sólo por parte del distribuidor. La película realizada por Jean-Paul Salomé a partir de la primera novela del ciclo, La condesa de Cagliostro , intenta por todos los medios mantener las señas de identidad del original sin por ello desmarcarse del estilo de cine de acción y misterio que impera ahora en Europa, tan influenciado, en lo visual, por el estadounidense.

Así, Ars¨ne Lupin es una mezcla de estilos y tendencias, imperfecta pero simpática y hasta entrañable en algunos momentos, sobre todo para los lectores de las obras de Leblanc, que en los últimos tiempos ha reeditado Edhasa, y los que conocen y recuerdan las anteriores películas realizadas por Jacques Becker o Edouard Molinaro.

La ambientación y las características de algunos actores invitan a pensar en los relatos serializados y en los folletines decimonónicos, en la exaltación de los pretéritos Lupin, Judex y Fant´mas. La puesta en escena, por el contrario, es tan nerviosa, sobre todo en los momentos de acción, como demanda en estos momentos el cine europeo capitalizado por Luc Besson y su estela de imitadores. Pero Salomé no es uno de ellos, al menos no lo es al cien por cien. Ya en su anterior largometraje, La máscara del faraón , según un folletín de misterio de Arthur Berned¨ sobre el fantasma del museo del Louvre, demostró una cierta tendencia hacia la recuperación de la aventura añeja. En Ars¨ne Lupin sigue en la misma línea, aunque la necesidad de rellenar el relato (el filme se extiende a las dos horas largas), en contra del ritmo más impetuoso de los originales, le llevan a dar más concesiones de las previstas.