Puede una película mantener a los dos protagonistas (y a mitad del reparto) hablando durante hora y media con acento nasal y la boca ahuecada, como si estuvieran contando un interminable chiste sobre pijos? ¿Puede un guión descansar sobre diálogos atiborrados de expresiones del tipo "eso es superpoco", "o sea, qué fuerte" y "jo, qué superguay"? El asombroso mundo de Borjamari y Pocholo es capaz de reunir todas estas hazañas y presentarse a la vez como la película llamada a dar el campanazo en las taquillas las próximas navidades. Otra cosa no puede esperarse de un producto que trae el matasellos de los creadores de Torrente y Mortadelo y Filemón . En esta ocasión la atención recae en dos personajes cuyos perfiles han sido forzados hasta la caricatura para construir una parodia sobre el universo vital de los pijos y dar salida al catálogo de tópicos que suele acompañar a esa denostada tribu urbana, todo decorado con el imaginario estéticomusical de los años 80.

La acción arranca en el madrileño barrio de Salamanca en 1984. En la discoteca Aguacates, templo del ocio del pijerío, los hermanos Borjamari (Santiago Segura) y Pocholo (Javier Gutiérrez) son los reyes del mambo por concentrar mejor que nadie los cánones del modelo imperante y ser capaces de gastarle a las chicas bromas como sacarse el pene por un agujero del bolsillo del pantalón para que ellas se lo toquen engañadas. Tal cual.

Por misterios que la película no explica, 20 años después los dos hermanos conservan el mismo aspecto físico y estatura intelectual. Siguen viviendo en casa de papá, aún se divierten tirándose pedos en misa y continúan discutiendo sobre si el cocodrilo de Lacoste podría ganar al caballo de Ralph Lauren, o si Mecano se disolvió porque su padre, Ortega Cano, se casó con Rocío Jurado.

Timados por su primo Pelayo (Guillermo Toledo), los hermanos saldrán de ruta en compañía de Paloma (Pilar Castro), otra panoli a su medida, en busca del falso concierto de regreso de Mecano. El viaje dará para nuevos gags a vueltas con el retrete y una experiencia lisérgica en la que acabarán disfrazados de Ana Torroja y los hermanos Cano.