El 11 de julio del 2007, dos jóvenes astrónomos chinos observaron cada uno por su cuenta un extraño resplandor. En un principio lo catalogaron como un asteroide, una roca nunca vista, pero las pertinentes comprobaciones confirmaron en pocos días que había un error: el objeto estaba envuelto por una coma, una especie de atmósfera, y además dejaba atrás una tenue cola de color verdoso. Era un cometa que había pasado inadvertido a los grandes telescopios que se dedican a buscarlos. La Unión Astronómica Internacional (UAI) lo bautizó de forma provisional como Lulin, técnicamente C/2007 N3 Lulin, en honor al observatorio de Taiwán que lo detectó. Año y medio después, Lulin se acerca a la Tierra en su larguísima trayectoria parabólica alrededor del Sol. Todos las noches son buenas para intentar localizarlo, pero el máximo brillo se espera para el 23 de febrero.