Cuando las parejas extremeñas se acercan a un centro sanitario con el deseo de someterse a las técnicas de reproducción asistida, quizás no lo sepan, pero muchos de los óvulos que se utilizan han sido donados por las jóvenes universitarias de la región.

Con el nuevo proyecto de ley ley sobre reproducción asistida recien estrenado, parece incuestionable la necesidad social de estas donaciones y la ayuda que estas jóvenes suponen para las parejas deseosas aunque incapaces de concebir un hijo. La conciencia social, la eliminación de tabús, la educación; un sinfín de factores están influyendo en esta decisión que, en todo caso, aún se resisten a tomar un gran número de mujeres aptas para donar. Por este motivo, las parejas se encuentran en muchas ocasiones con un problema: hay suficiente esperma pero pocos óvulos. Las mujeres no donan tanto como los hombres.

"A los hombres les supone menos trabajo realizar una donación, pero el proceso de extracción de ovocitos requiere más cosas y es más largo, hay que hacer varias pruebas y no todas las mujeres está dispuestas a someterse a ellas", sostiene María Campos, bióloga del equipo de la clínica Norba de Cáceres en la que hay 20 mujeres en lista de espera como receptoras de óvulos.

ALICIENTE ECONOMICO

Los expertos calculan que en Extremadura hay más de 20.000 parejas que sufren esterilidad o tienen algún problema para concebir un hijo. De ellos, 600 se sometieron el año pasado a un tratamiento de reproducción asistida gracias a las donaciones realizadas de forma anónima por parte de hombres y mujeres en uno de los tres centros que existen en la región, dos privados y un tercero público en Badajoz.

No sobran donantes --a pesar del interés mostrado por buena parte de universitarias-- por ello los centros médicos de todo el país, la mayoría de ellos privados, se encargan de extraer ovocitos maduros a mujeres sanas de entre 18 y 35 años que dan su consentimiento a cambio de una compensación económica que oscila entre los 600 y los 900 euros. En la clínica cacereña la cifra ronda los 600 euros.

El aliciente económico es, a juicio de la clínica cacereña, uno de los motivos que empuja a algunas universitarias a efectuar donaciones de ovocitos.

MAXIMO CONTROL

La ley establece límites de donaciones, quizás para evitar que una misma persona lo haga de forma masica. Seis donaciones como máximo, al igual que sucede con los hombres.

El proceso de donación se puede prolongar entre los doce días y el mes en varias sesiones que permiten la maduración de más de un óvulo. Para ello, según Elena Delgado, bioquímica de la clínica Norba, se realiza un minucioso control por medio de ecografías y análisis hormonales, para terminar con la extracción de los óvulos generados mediante una punción bajo anestesia local. La sedación se hace por inyección subcutánea y la operación apenas dura media hora. No requiere ingreso, no son necesarios puntos y tampoco hay cicatrices.

"El riesgo es mínimo" asegura Marta, que reconoce que como efectos secundarios puede aparecer una hinchazón o molestias abdominales, "pero no suele ocurrir y si ocurre son molestias como las de la menstruación", apunta Elena.

Es muy raro, insisten, que pueda darse una hiperestimulación ovárica, es decir una generación excesiva de óvulos, porque el control que se tiene sobre la donante es intenso.

RETICENTES

A pesar de la seguridad, el anonimato e incluso la compensación económica no son muchas --aunque más que entre otros colectivos-- las universitarias de la región que se prestan a una donación de ovocitos. Al menos, no son las suficientes.

En todo caso y gracias a una de esas donantes, el pasado mes de enero nacía en Cáceres el primer bebé in vitro de la sanidad pública extremeña.