Batman begins hace justicia a su título: la película explica espléndidamente los orígenes del hombre murciélago, tomando prestadas ideas de un buen número de cómics de la serie pero aportando también su grano de arena en la confección de la mística del justiciero de Gotham City, el más atormentado y realista de los superhéroes de la galaxia DC.

Aunque Joker, Pingüino, Dos Caras, Acertijo, Freeze, Poison Ivy y Catwoman, los villanos y villanas que aparecieron en las películas de Tim Burton y Joel Schumacher, son muy populares, en Batman begins el supervillano que aparece es el más legendario de todos, el verdadero rival de Batman, el misterioso Ras´ Al Ghul.

Este personaje aporta algo de primario e insondable a la película, en consonancia con las intenciones de sus responsables. Uno de sus ayudantes (Liam Neeson) le sugiere a Bruce Wayne (Christian Bale), mucho tiempo antes de que éste se convierta en Batman, que el engaño y la teatralidad son armas muy poderosas. Wayne lo tiene muy en cuenta cuando se convierte en el justiciero enmascarado: el diseño de su imagen y sus primeras apariciones se basan en esos conceptos tan poco superheroicos.

Christopher Nolan, que se siente a gusto con un personaje que podría intercambiarse con los de Memento e Insomnio (sentimiento de culpa, desequilibrio, pesadilla nocturna), se toma al pie de la letra la frase de Neeson. La noche del asesinato de los padres de Bruce, la familia no va a ver un filme del Zorro, como siempre se ha representado, sino que asisten a la ópera, lo que refuerza el sentido trágico y teatral del episodio. La primera metamorfosis en la cueva, rodeado de murciélagos, o el nacimiento de la batseñal, están en esta línea. Nolan asume el artificio para indagar mejor en la mente oscura de su personaje. De hecho, Batman begins es un enorme y bello melodrama en el que importa más la fabricación del mito que la muestra de sus actos justicieros.