Títulos con la palabra muerte pueden funcionar en el cine, pero no ocurre lo mismo cuando se trata de vender cosméticos. Empresarios israelís han solicitado al Gobierno que cambie el nombre del Mar Muerto al considerar que disuade a los clientes de los productos de belleza creados con sus barros. Para el sector turístico y los ecologistas la idea es descabellada y se aparta del verdadero problema: el descenso acelerado de su caudal. En la antigüedad, este lago tuvo otros nombres, como mar de Sodoma, lago Asfaltites o mar de Lot, hasta que el filósofo romano Plinio el Viejo le dio el topónimo actual. En hebreo, sin embargo, se conoce como mar de la Sal.