La ciencia ha puesto fin a un mito que ha durado un siglo. Las pruebas químicas demuestran que los cuatro vasos canopes expuestos en el Louvre con el nombre de Ramsés II no contienen, contrariamente a lo que se creía, las entrañas embalsamadas del faraón. Los análisis de cromatografía y espectrometría de masa han demostrado que son ungüentos añadidos tras la muerte de Ramsés II y no los restos del corazón del faraón, que murió en el año 1213 a.C. La prueba del carbono 14 ha permitido datar las muestras entre 128 y 228 años después de su fallecimiento.