El público responde a la llamada de Carlinhos Brown. Prueba de ello es el rotundo éxito que una vez más tuvo su espectáculo de calle del pasado 28 de mayo en Barcelona, ciudad que conquistó el año anterior durante la celebración del Forum de las Culturas. Un par de semanas antes ya había alegrado las calles de Bilbao. La siguiente parada de su Carnaval Movistar será en Madrid, el día 18 de junio, para repetir en Sevilla, el 26 de junio, y en Valencia, el día 17 de julio. Lo de Barcelona podría ser un ejemplo de lo que sucederá en estas macrofiestas de Brown.

DEMASIADA ENERGIA

El incombustible Carlinhos Brown tenía una visión de conjunto de la avenida del Estadi, el pasado 28 de mayo, desde lo alto de su escenario rodante, y lo que veía le inquietaba. "Hay una energía muy fuerte, cuidado", dijo primero en un tono que delataba preocupación. "Uf, es una multitud jamás vista en mi vida", añadió poco después en un tono ya cercano a la alarma. La carroza sobre la que actuaba apenas podía avanzar entre la muchedumbre, cifrada por el Ayuntamiento de Barcelona en 400.000 personas, y saltaban chispas entre el público y los forzudos encargados de abrir paso al camión, prodigio comparable al que hizo Moisés al abrir las aguas del mar Rojo.

En su nerviosismo, Brown llegó a amonestar a los padres que acudieron con niños a su simulacro del carnaval de Salvador de Bahía e hizo entrar en el perímetro de seguridad que rodeaba al camión a cuantos vio a caballo de sus progenitores en zonas calientes. Varias criaturas entraron llorando. El espectáculo móvil de Brown, el señor buen rollo, causó no pocos malos rollos.

El show empezó con media hora de retraso. Hacía rato que la gente reclamaba la presencia de Brown gritando el estribillo de Mariacaipirinha y agitando cual cachiporras unos churros hinchables repartidos por Movistar y Schweppes, muy útiles para quienes no saben qué hacer con las manos al bailar.

Compareció Brown con capa roja, bermudas-falda amarillas y una corona de plumas de ave exótica (aunque seguramente fueran artificiales, por una cuestión de ecología). Remitía su imagen a la que ha pasado a la historia de Moctezuma. Junto a él, Daniela Mercury con un vestido negro de encaje que enseñaba más de lo que tapaba. Ambos interpretaron juntos Maville MaVambo y, con los brazos en alto, dos canciones rituales elevadas "a los ancestrales".

A continuación Mercury se trasladó a su propio vehículo y el de Brown intentó ponerse en marcha. Sin éxito. No había manera de que el gentío se moviera. El método usado para permitir al camión avanzar era rudimentario a más no poder. Una guardia de fortachones lo rodeaba con una cuerda y empujaba con ésta (y con el cuerpo) contra el mar humano. Un mar humano embravecido por la excitación.