La abundancia de cocaína disponible y la facilidad con que individuos de cualquier edad pueden comprar el alcaloide sin entrar en círculos sociales extraños, han conseguido que, en apenas cinco años, esta droga se sitúe en la primera línea de los estupefacientes que destruyen la salud. Y lo ha hecho sin mancharse, aún, con la pátina de empobrecimiento económico y ruina física --pérdida de dientes, antebrazos amoratados, habla embotada y aspecto de drogado marginal-- que atrapó al adicto a la heroína. Es la droga que provoca más visitas a los servicios de urgencia en algunos hospitales españoles y la que altera más variantes fisiológicas --sistema nervioso, ritmo cardiaco y riego sanguíneo cerebral--, además de enloquecer con brotes de psicosis. Los médicos alertan de la poca noción de dependencia y riesgo que siente el adicto.