Las prohibiciones de fumar se remontan al siglo XVII, como demuestra la ´Historia de las Bibliotecas Capitular y Colombina´, del fallecido teólogo e historiador Juan Guillén, quien reseña en esta obra hasta una disposición para excomulgar a curas fumadores.

El historiador cita una bula pontificia de 1642 que prohibía el consumo de tabaco, en cualquiera de sus formas, en las iglesias de Sevilla.

Además de esta bula, el arzobispo don Gaspar de Borja prohibió a los sacerdotes, bajo excomunión, tomar "tabaco de polvo, de humo o de mascar" una hora antes o después de celebrar la misa.Fue el Papa Urbano VIII quien en junio de 1647 prohibió "que en las iglesias se tomase tabaco de polvo y humo, y en sus ámbitos", todo ello referido a las de Sevilla.

El estudio histórico de Guillén sobre las famosas bibliotecas sevillanas revela igualmente que las polémicas a cuenta del tabaco se remontan a pocos años después de su llegada a la Península, puesto que el riguroso Quesada encontró su mayor opositor al racionero Jerónimo de Prado.