Viagra no es un afrodisíaco pero, en sus 10 años de presencia en el mercado, que se conmemoraron el 25 de noviembre, más de un señor lo ha tomado convencido de que la píldora romboide le despertaría el interés sexual perdido. Y le ha funcionado, porque la mente es muy poderosa. Ese es uno de los malentendidos que han crecido en paralelo a la fama mundial de una sustancia, el sildenafilo, que tiene por misión facilitar que el pene quede erecto una vez que el usuario se ha excitado por sus propios medios o por los de su pareja. Y mantenerlo así mientras dure el deseo, no más. La pastilla facilita que la sangre rellene el tejido del órgano sexual, y propicia que quede allí. Diez años de evolución permiten confirmar que induce una cierta visión azulada durante las casi cuatro horas que mantiene el efecto, y que enciende las mejillas del usuario.