Ha pasado de ser el médico guapo de Urgencias a uno de los cineastas en activo más completos. No es una exageración. Sus más de dos décadas dedicadas a la pantalla (grande y pequeña) no sólo le han servido para crecer como actor, aplicarse como productor, cultivar su imagen de sex symbol y mostrar al mundo que tiene la cabeza amueblada. Durante esos años de paseos de plató en plató, el protagonista de Solaris también ha observado lo que se cocía a su alrededor.

Y la resulta son dos trabajos excelentes como director: ´Confesiones de una mente peligrosa´ (2003) y el filme que nos ocupa. ´Buenas noches, y buena suerte´ lleva al extremo la clase y la emoción sumergida de su ópera prima aunque las andanzas de Clooney tras las cámaras no son una anécdota.