Aprovechando nuestra charla con Iker Jiménez, dedicamos el artículo semanal a rememorar todo un clásico del cine de terror como es El Exorcista , un título que cambió la historia del género y cuya influencia llega hasta nuestros días, aunque hayan pasado nada menos que 31 años desde su estreno.

El director William Friedkin parió una obra inmortal que quedó grabada a fuego en la mente de millones de espectadores alrededor del mundo, ayudado por supuesto de un gran guión y unos revolucionarios efectos especiales nunca vistos hasta la fecha. El impacto de la película fue tan grande que llegaron a producirse desmayos en numerosas proyecciones, además de provocar gran polémica debido a lo explícito de algunas escenas.

No obstante, los beneficios fueron enormes, lo que provocó que en 1977 la historia de Regan y su posesión continuase en un segundo capítulo, El Exorcista II: El Hereje (John Boorman), que a pesar de ser una obra interesante no obtuvo el éxito esperado.

Resulta extraño comprobar que a pesar de la popularidad que ha alcanzado el filme a lo largo de todos estos años, el dato de que está basada en un suceso real siempre ha permanecido más o menos en la sombra.

En efecto, la película de William Friedkin es una adaptación directa de la novela El Exorcista , del novelista William Peter Blatty (quién también firmaría el guión del filme y dirigiría en 1990 la tercera entrega de la serie), obra así mismo basada en el caso real de Robbie Manheim, un adolescente de 14 años a quién los jesuitas practicaron un exorcismo en Mount Rainier (Maryland) durante la primavera de 1949.