El asesinato de una mendiga en un cajero de Barcelona ha inspirado a Maria Barbal en su última novela, Emma . Tanto como lo ha hecho la observación de los sin techo que abundan en su barrio barcelonés. Emma no es una crónica. Voluntariamente, para alejarse de los hechos, Barbal ha renunciado a documentarse para dar "una posible vida" a un personaje de ficción. "Tenemos una reacción de impotencia ante los sin techo. Sabemos que no es fácil ayudarlos, nos ponemos un escudo y decidimos que no nos incumbe". "Me he apartado del caso, el personaje solo pasa unos meses en la calle por unos ataques de ansiedad, no por una adicción o porque no tenga recursos".