Cuenta la leyenda que el cuerpo de Mozart, enterrado en Viena en 1791 en una fosa común para indigentes, no desapareció del todo bajo tierra. Un sepulturero que sabía identificar el cadáver del hoy considerado como uno de los músicos más geniales de la historia sacó el cráneo de la tumba en 1801. El programa de la Radiotelevisión Austríaca Mozart, búsqueda de vestigios no pudo aclarar el misterio sobre la autenticidad de esa reliquia, que hace más de 100 años se conserva en la Fundación Mozarteum de Salzburgo.