Los jóvenes chinos, azuzados por la televisión y la apertura del país, han dejado de venerar la virginidad. En las grandes ciudades, la amplia mayoría reconoce anónimamente mantener relaciones antes o fuera del matrimonio. Pero el pudor y la ignorancia les impide informarse sobre métodos anticonceptivos. "La apertura sexual va por delante de la educación", lamenta la sexóloga Yan Fengting. Preservativos y píldora contraceptiva están al alcance de su mano, pero muchas mujeres recurren al aborto.

Por cada 100 bebés que nacen, se practican unos 60 abortos intencionados en China, según un reciente estudio. En cifras reales resulta escandaloso. Para este año, se prevé el nacimiento de 17 millones de bebés, a los que habría que sumar 6,37 millones de abortos, una intervención que no está mal vista en China como método anticonceptivo. Miles de clínicas legales e ilegales ofrecen terminar el embarazo por un mínimo de 30 euros en las peores condiciones. Las clínicas buenas pueden llegar a cobrar 1.000.