La historia del camello que llora es cierta. Madres que abandonan a sus crías existen en la mayoría de las especies, pero muy pocas derraman lágrimas de tristeza. Este fue el motivo por el que la joven directora Byambasuren Davaa eligió como protagonista de su película a un artiodáctilo rumiante del desierto de Gobi, un paraje de dunas del sur de Mongolia. De pequeña, le contaron una leyenda sobre un ritual mágico que podía rehacer la esencia misma de la vida: que una madre quiera a su bebé.

Esta ópera-prima, codirigida por otro estudiante de cine, Luigi Falorni, opta al mejor documental en los premios que concederá la Academia del Cine Europeo el 11 de diciembre en Barcelona, y, por el éxito que ha obtenido en EEUU, está bien situada para ser nominada al Oscar.

Davaa nació en 1071 en Ulaanbaatar, la capital de Mongolia. Pertenece a la primera generación sedentaria de una familia nómada. "Mi abuela vino a la ciudad a cuidarnos cuando éramos pequeños. Ella me transmitió esa nostalgia por la vida errante. Nunca hago planes, mi vida transcurre según salga el sol", dice.