Empieza el nuevo año y no me queda otro remedio que mirar aquel otro que se fue con ojos de nostalgia y sentimientos contrariados ya que, aunque somos conscientes de que hicimos lo que pudimos, hemos de ser capaces de reconocer nuestros errores.

En el año que se nos va hemos financiado una guerra injusta en la que han muerto miles de personas inocentes y hemos enterrado en el olvido parte de las raíces de nuestra cultura. En aquellas manifestaciones se sentía en el aire esa voluntad conjunta de reconducir nuestra atrevida ignorancia hacia un futuro mejor. Tanta gente de acuerdo y al fin y al cabo fuimos nosotros, los españoles, los que invadimos Iraq.

En el año que se nos va hemos dejado morir a más de 40 millones de personas. Repito lo de 40 millones de personas. Y repito lo de dejado ya que esas muertes son fácilmente evitables con un sistema económico más justo. En numerosos países los agricultores se ven obligados a vender sus productos a compradores del norte a precios cada vez más bajos. Muchos países no tienen asegurados unos derechos mínimos en el trabajo, y cuando luchan por esos derechos se juegan la vida.

Este sistema macroeconómico al que hago referencia no es algo que nosotros no podamos controlar, ni ajeno a nosotros. Somos precisamente nosotros quienes formamos el sistema y quienes le damos sustento con nuestro consumismo. Que mejor manera de acabar el año que celebrando nuestra faceta más asesina: El consumismo navideño.

El año que se va se lleva más cosas, puesto que cada vez miramos más hacia nosotros mismos, pero nos miramos el ombligo en lugar de mirar más adentro y descubrir en qué podemos mejorar. Cada año somos más egoístas, más solitarios y menos solidarios. Hay menos confianza en el vecino, el miedo se apodera de nosotros cuando lo tenemos todo para llevar un vida feliz.

Es por eso que para el nuevo año hemos de ser conscientes de nuestra situación. Ser conscientes de lo que hacemos al levantarnos cada día. La ignorancia no es excusa en el mundo de la informática y la comunicación. Todos sabemos que Bagdag fue saqueada en busca de petróleo. Todos sabemos que mucha de la ropa que regalamos en reyes fue tejida por niños esclavos. Como lo sabemos, tenemos que retomar las riendas de nuestras vidas, y orientarlas hacia un futuro digno de seres humanos, digno de personas con sentimientos. Ya no hay peros que valgan, el mundo se viene abajo y es por nuestra culpa.

El año que se nos va se lleva un trocito de nosotros, se lleva esa posibilidad de ser mejores personas, esa ilusión con que arrancamos las navidades pasadas deseándonos todos un feliz y próspero año nuevo. Este año se ha llevado otro trocito de esa ilusión de cambiar el mundo, de ser un tilín mejores.

Pero ahora tenemos otra oportunidad. No la desperdiciemos.