Gunther von Hagens creó en 1977 un novedoso procedimiento técnico de preservación de material biológico, la plastinación. Básicamente consiste en extraer los líquidos corporales como el auga y los lípidos por medio de solventes como acetona fría y tibia para luego sustituirlos por resinas elásticas de silicona y rígidos de epóxicas.

La técnica, muy útil en el estudio científico y docente, se ha convertido para su creador en un lucrativo negocio. De hecho, Von Hagens exhibe por todo el mundo sus creaciones en las denominadas exposiciones Body worlds .

Este científico estableció su industria en la localidad de Guben, en el este de Alemania, amparado en el silencio de la lejanía. En este lugar, cerca de la frontera con Polonia, adquirió las instalaciones de una abandonada fábrica de textiles de la desaparecida República Democrática Alemana. Allí estableció su museo-taller, imagen de la gigantesca industria que le produce jugosas ganancias anuales.

El define su Plastinarium como un "teatro anatómico de la modernidad" donde se puede admirar la creación más perfecta de la naturaleza, el ser humano, que es mostrado en detalle desde su interior más íntimo.

En los 3.000 metros cuadrados de fábrica se pueden apreciar desde membranas humanas hasta el sofisticado tejido nervioso, los pulmones de un fumador (negros) y de un no fumador (blancos), brazos, articulaciones, fetos y placentas. Pero el museo posee otras imágenes, como varios cadáveres jugando a póquer (en homenaje a James Bond) o al ajedrez, un atleta elevado en el aire o un gigantesco puzzle. En todos se ven los órganos del ser humano separados del esqueleto, como flotando en el aire.

Pero no solo muestra sus creaciones en Guben, sino que también utiliza sus instalaciones como taller. Así, los visitantes pueden observar de primera mano cómo se realiza el proceso de plastinación.

La última intención de Hagens, de la que los medios se hicieron eco a principios de febrero, es la de comercializar sus creaciones para hacerlas llegar también a manos particulares.

Tras mejorar la técnica de la plastinación, el equipo de Von Hagens que trabaja en su taller de Guben es capaz de "producir de forma rápida y barata grandes cantidades de alta calidad", según declaró la asistente del médico, Nadine Diwersi, al rotativo Bild. Actualmente, el laboratorio de Voh Hagens ofrece a facultades de medicina y centros de investigación cortes de cadáveres plastinados en rodajas longitudinales, de la cabeza a los pies, a 12.000 euros y 100.000 euros los ocho cortes que forman un solo cuerpo. Un cadáver cortado en 230 rodajas transversales es comercializado con fines científicos por 31.000 euros.