A Juan Angel Vela del Campo le entusiasma la música. De hecho, ha conseguido que el mundo de la música se convierta en su profesión, además de en su pasión, desterrando lentamente, pero con vigor, a la profesión que eligió en 1964 como medio de vida, ingeniero de Telecomunicaciones. El lo cuenta como una secuencia divertida: Al principio sólo hacía ingeniería, luego se metió la música. Se equilibró, se igualó y, ahora, lo de la música es cada día más y lo de la ingeniería sólo es este proyecto. Y este proyecto es Digital ópera , una iniciativa en la que participan 45 universidades de las 17 comunidades autónomas, entre ellas la de Extremadura, y el Liceo de Barcelona, y cuyo director ejecutivo es Juan Angel Vela del Campo. Con este curso de iniciación a la ópera se pretende llenar el vacío existente en música clásica en el mundo universitario. Para ello, se programan un conjunto de conferencias y la retransmisión en directo de cinco óperas desde el Liceo. La pasada semana se puedo ver la primera en Cáceres y Badajoz.

¿Qué criterios se han seguido para elegir las 5 óperas y las conferencias?

--Los títulos se han elegido para mostrar la ópera en su variedad, en su elenco más abierto. En lugar de coger todo lo italiano, pues cogemos óperas de carácter no popular como Rigoleto o Boris Godunov , que tienen mucho interés cultural, o como Jenufa . También optamos por óperas de un amplio espectro de tiempo, del siglo XIX, pero también del XX y del XVIII. Son las que pensamos tienen más interés para los universitarios o cuentan con un reparto mejor como Jenufa , que es una ópera imponente. A las universidades les dejamos vía libre para que hagan lo que quieran, pero tienen que dar un curso o, como mínimo, una charla por cada una de las óperas.

¿Qué conocimientos musicales poseen los participantes del curso?

--Lo ideal es que no vengan los de musicología porque es un curso de iniciación a la ópera. La idea no es dirigir el curso a las escuelas de música, ni siquiera a las de didáctica de la música, sino que sea para los de Ciencias, Filosofía, Periodismo... Es un curso de introducción y se parte de que el estudiante no diferencia de lo que es una soprano de una mezzosoprano, ni nada de nada. Queremos que vea que la ópera es un espectáculo total, que incorpora teatro, que tiene escena y una parte musical.

¿Se genera afición a la ópera con este tipo de iniciativas?

--Mucha. Las encuestas del primer año reflejaban que el 95% no había asistido nunca a la ópera y a más del 90% la ópera le sonaba, pero era un mundo absolutamente ajeno y valorado negativamente, caduco, con mucha proyección social, pero un espectáculo pasado, gastado y decandente. Así era la impresión. Hemos tratado de escoger puestas en escena muy modernas para conectar con el público joven.

¿Este tipo de cursos es una llamada de atención a la carencia de educación musical en la educación?

--Creo que, en general, en los ciclos anteriores al universitario se da más importancia a la música porque se lleva a los estudiantes a la ópera, a conciertos, etcétera. El gran vacío de atención musical se produce en el periodo universitario. Los alumnos no tienen ninguna atención.

¿Y cómo se ha impregnado la ópera y la música clásica, en general, de ese halo elitista?

--Este carácter aristocrático llega porque la juventud abandona la ópera por el precio, entre otras cosas, y porque las puestas en escenas muy de cartón piedra y las óperas que se elegían, sobre todo las del siglo XIX, no conectaban con la sensibilidad de los nuevos tiempos. Ahora ha habido una especie de renovación. Me parece que está habiendo una vuelta, aunque el público de la música clásica en general está envejeciendo en toda Europa, pero el de ópera no.

¿La ópera del siglo XXI tiene divos?

--Creo que los divos del siglo XXI ya no son los divos tal como los conocíamos. No sé si los cantantes de antes o los de ahora son mejores. Ahora cantan muy bien, pero tienen menos carisma. Antes la Calas, la Caballé, Kraus... eran monstruos, pero los de ahora cantan muy bien, pero juegan ese papel del personaje prácticamente irreal. Son divos más de la vida cotidiana, que fomentan la sencillez. Están más en otras historias, más que en grandes teatros, en televisión; son divos que se han acoplado a los tiempo modernos.