Nunca como el pasado 23 de abril, en más de 20 años del Premio Cervantes, los muros de la antigua Universidad de Alcalá de Henares oyeron una censura tan clara contra la tortura, las dictaduras, las guerras y la pobreza. En su día grande, el poeta argentino Juan Gelman, evitó los eufemismos y las metáforas. Fue al grano. Desaparición es matar; hambre es muerte; impunidad es dormir bien tras lanzar la bomba atómica; en Irak nos hemos acostumbrado a la muerte anónima... Y ante las heridas todavía abiertas, solo cabe una medicina en dos dosis: primero, la verdad; luego, la justicia.

Los que precedieron a Gelman en tan prestigioso galardón conocieron la cárcel y el exilio. Pero en pocas ocasiones sus palabras tuvieron tanto calado ni tanta actualidad. La medida la dio el cálido y largo aplauso que los asistentes dispensaron al poeta y la emoción que empañó los ojos de sus cuatro nietos.

TIEMPOS MEZQUINOS

Santa Teresa, San Juan de la Cruz y Miguel de Cervantes fueron el consuelo de Gelman (Buenos Aires, 1930) en su exilio de México. El Quijote le sirvió de "consuelo", pero aún hoy son "tiempos mezquinos y de penuria", explicó el poeta en su discurso. Pero ante el niño que muere de hambre en un mundo superdesarrollado Gelman dio la clave que da sentido a su obra: "Ahí está la poesía, de pie contra la muerte".

Los malos tiempos para Gelman son tiempos desmemoriados. Recordó que en su país, donde la dictadura "desapareció" a 30.000 personas, esta palabra encierra cuatro conceptos: "El secuestro de ciudadanos inermes, su tortura, su asesinato y la desaparición de sus restos en el fuego, en el mar o en el suelo ignoto". Y formuló la pregunta: ¿dónde está la verdad?.

"La nuestra es la verdad del sufrimiento, la de los asesinos, la cobardía del silencio. Así prolongan la impunidad de sus crímenes y la convierten en impunidad dos veces", dijo Gelman antes de tachar de equivocación el esfuerzo de algunos por no reabrir heridas. "Las heridas no están cerradas. Laten en el subsuelo de la sociedad como un cáncer sin sosiego. Su único tratamiento es la verdad. Y luego, la justicia. Sólo así es posible el olvido verdadero", dijo.

No hubo un respiro en un discurso de apenas cinco folios. Si no ha callado en 78 años, no lo iba a hacer el día en que todos estaban pendientes de él. Entre los invitados, sus amigos de Madrid el poeta Luis García Montero, Almudena Grandes, Benjamín Prado y Joaquín Sabina. Atentos, sonrientes y cómplices del mensaje de Gelman para espolear la memoria. "No pocos de quienes preconizan la destitución del pasado en general, en realidad quieren la destitución de su pasado en particular", afirmó.

ESCRIBIR PARA VIVIR

Y por si no había citado a suficientes víctimas de los horrores, concluyó recordando la frase de la poeta rusa Marina Tsvetaeva, aniquilada por el estalinismo: "El poeta no vive para escribir. Escribe para vivir".