No hay tres sin cuatro. Esto debió pensar Richard Curtis, director y guionista de Love actually . La razón es bien simple: Curtis y algunos otros implicados en esta comedia dramática sobre los avatares amorosos fueron los artífices de Cuatro bodas y un funeral , Nothing Hill y El diario de Bridget Jones . La suma de las tres sólo da un único resultado posible, y ése lleva por título Love actually .

Curtis escribió los guiones de las tres películas, y por lo tanto tiene derecho a repetir, condensar, recortar y pegar elementos y personajes procedentes de todas ellas. Hugh Grant, por ejemplo, repite un personaje de similares características candorosas a los de Cuatro bodas... y Nothing Hill , aunque aquí encarna ni más ni menos que al primer ministro británico, y su amor no es una prima donna cinematográfica procedente del otro lado del Atlántico, sino una de las secretarias del número 10 de Downing Street.

No es la única evocación al reciente y exitoso pasado de Curtis. Love actually comienza con una boda y un funeral, y Rowan Atkinson, amigo personal del director, tiene su secuencia Bean como joyero en unos grandes almacenes.

La coralidad de la película, construida al estilo ya clásico de las vidas cruzadas, permite observar las maniobras del amor en diversos personajes, planteadas casi todas las relaciones en función de la diferencia social entre ellos y ellas: el primer ministro y su ayudante, el escritor frustrado y su asistenta portuguesa, el director de empresa y su secretaria.

Hay secuencias tontas (Hugh Grant bailando por las estancias vacías de su residencia) y emociones contenidas (la historia del personaje de Laura Linney y su hermano enfermo). Y, sobre todo, un gag perverso: el primer ministro británico declara las hostilidades al Gobierno de EEUU, ante el aplauso de todo el país, porque ha visto al mandatario estadounidense (Billy Bob Thornton) tontear con la chica de sus amores.