Es una mujer inquieta que vio como su primera película, Persépolis , abrió la semana pasada el Festival de Cine de Valladolid.

Ha solicitado para esta entrevista una habitación en la que se pueda fumar. Con los tiempos que corren y usted defendiendo a ultranza la nicotina...

--Me encanta fumar y no pienso dejarlo nunca. Vivimos en una sociedad tan conservadora que dices "fumar" y la gente te dice "cáncer". Dices "comer" y te dicen "colesterol". Hablas de follar y te contestan "sida". Y digo yo: ¿De qué sirve vivir en un mundo en el que no puedes ni comer ni follar ni fumar?

Hablemos de arte. Se define como una bisexual del mundo de la cultura. ¿Por qué?

--A la gente le gusta o dibujar o escribir, es raro que a una misma persona le gusten las dos cosas. En la actualidad, la gente no tiene problemas con los homosexuales ni con los heterosexuales pero sí con los bisexuales. Yo dibujo y también escribo. Y no para niños, sino para adultos. Y eso la gente, a veces, no lo entiende muy bien.

¿Cómo llegó al cine?

--La verdad es que no tenía una buena razón para ello. Yo creía que con el libro era suficiente, pero surgió la posibilidad de hacer cine y lo hice. Es como cuando te dan un juguete y puedes hacer lo que quieras con él. Yo pensaba que a lo mejor hacía una mierda de película, pero en cualquier caso, tenía la oportunidad de aprender un oficio. Aunque saliera mal, la vida continuaría para mí. No tenía nada que perder y sí mucho por ganar. Ahora, después de ver el resultado, creo que el cine aporta bastantes cosas porque es un medio más internacional. Los cómics no llegan a todos los países, pero las películas llegan a casi todas partes.

¿Por qué usa solo el blanco y el negro tanto en las viñetas como en la película?

--No es una elección sino más bien una evidencia. Vengo del cómic independiente, donde se usan ambos colores por razones puramente económicas. Sin embargo, la verdad es que me gusta esa estética. El blanco y el negro dan algo que no ofrece el color.

¿´Persépolis´ nace de saldar una deuda con su país, Irán, o consigo misma?

--Sí, claro. Yo le debo a mi país ser como soy. Siento que tengo cosas importantes que decir. Si no las hubiera dicho tendría la sensación de que no he cumplido con mi deber. Cuando ves tantas cosas, tanto sufrimiento, es normal caer en el cinismo. Pero yo estoy orgullosa porque sigo creyendo.

¿En qué sigue creyendo?

--Soy humanista y creo en lo humano. Pero en el sentido individualista. Creo que el individualismo es la base de la democracia y la libertad.

¿Tiene la sensación de que los fundamentalistas le robaron la infancia y la juventud?

--No, en absoluto.

Pero la película lo refleja...

--No. Nadie te puede robar nada. Si tienes algo en el cerebro nadie te lo puede quitar. Nadie te puede robar la libertad porque la libertad es un estado mental. A veces veo personas que viven en países libres pero son prisioneros. Es verdad que tener libertad ayuda pero no es una condición absoluta. Lo importante es el estado mental. Todos deberíamos tener el cerebro libre, eso es lo difícil.

Usted vive en Francia desde 1994. ¿Hay fundamentalismo en los países occidentales?

--No se pueden comparar los países democráticos con los fundamentalistas (Irán, por ejemplo). Pero lo cierto es que hay fundamentalismo cuando no hay reflexión, cuando solo hay una visión de las cosas. Por ejemplo, no solo hay fundamentalistas religiosos sino que también los hay laicos, que son los que quieren erradicar la religión. Sin embargo, la religión hay que tolerarla. No sé si son más fundamentalistas la gente de mi país o los que quieren matar a los médicos que practican abortos en EEUU.

¿Por qué no le gusta decir que Persépolis en una película política?

--Porque no es un panfleto. Los panfletos se tiran y mi película se seguirá viendo igualmente dentro de 15 años. Además, Persépolis no dice qué hay que hacer, no da respuestas sino que se limita a plantear preguntas y hacer un llamamiento a la reflexión. Es lo que hacen los artistas.

¿Qué sentía cuando era una chiquilla que vivía bajo un sistema represor y conseguía escuchar la música de grupos como Iron Maiden y Abba?

--Pues lo mismo que usted.

Bueno, a mí me gustaban otros.

--Claro, para gustos están los colores ¿no?