El remedio de la abuela de tomar un vaso de leche caliente con azúcar para dormir largo y tendido tiene su base científica, según explica la investigadora Carmen Barriga Ibars.

La leche tiene un alto contenido de triptófano, un aminoácido que incide en la hormona que regula los ritmos biológicos, la melatonina, entre los que se encuentra el sueño. En el estudio de esta hormona, el equipo del departamento de Fisiología de la Universidad de Extremadura, que dirige la catedrática Barriga Ibars, lleva trabajando unos diez años. El añadido del azúcar también es importante en este ejemplo ya que esta sustancia es rica en hidratos de carbono los cuales provocan la liberación de la hormona insulina, que favorece la entrada de triptófano al sistema circulatorio y, después, al cerebro.

El cuerpo se predispone para dormir cuando llega la noche, cuando empieza a actuar la melatonina que, además, registra unos niveles distintos dependiendo de lo tarde que sea. Es decir, que entrada la madrugada el descanso es más profundo que cuando se inicia la noche, según explica Barriga Ibars. Este proceso entra en el campo de estudio de la Cronobiología, es decir, que el organismo reacciona de la forma más adecuada para el entorno.

Esta máxima no se cumple en las personas que desempeñan trabajos nocturnos o que por otras causas no pueden dormir y de ahí los transtornos de salud. "Su cuerpo les está indicando a través de la hormona melatonina que es de noche y que deben descansar", dice Carmen Barriga.

Además, el sistema inmune, que es el encargado de la defensa del organismo, trabaja durante la noche "porque gasta mucha energía para defendernos frente a los gérmenes patógenos". Este hecho respalda las advertencias de varios estudios sobre las consecuencias sobre la salud que puede acarrear el trabajo nocturno. "El cuerpo indica que está descansando y su sistema inmune tendría que aprovechar esa energía para defenderse. Pero eso no se produce y hay un tremendo descontrol interno. El cuerpo no está en armonía con el entorno", dice Barriga Ibars.

DESDE EL NACIMIENTO

La melatonina la produce una glándula que los humanos tienen en el centro del cerebro, denominada glándula pineal.

Esa hormona comienza a formarse en el momento del nacimiento y alcanza los máximos niveles antes de la pubertad. Después, empieza a descender de manera gradual hasta, aproximadamente, la edad de 55 años. A partir de los 60 años, ya es muy difícil detectar melatonina en la sangre. Así se explica que muchas personas mayores padezcan problemas de insomnio.

Para evitarlo, se puede tomar esta hormona por vía oral, según explica Barriga Ibars, siguiendo la misma pauta que la utilizada en la investigación para crear una leche artificial que regule mejor el sueño del bebé. Se hizo aumentando la cantidad de triptófano, para conseguir el mejor descanso.