No hay muchos poetas que sepan leer bien sus escritos. Andrés Neuman, sí. Lee Palabras a una hija que no tengo , uno de sus poemas más celebrados, con sencillez y eficacia. Y también Plegaria del que aterriza : "...yo te prometo, cielo, si aterrizamos sanos / que guardaré este miedo que hace temblar mi pulso / mientras escribo en manos de la furia del aire.", con el que tan fácil es identificarse. Ambos pertenecen a Década (Acantilado), que reúne toda la creación lírica hasta la fecha del narrador y poeta hispanoargentino, nacido en 1977 e instalado en Granada, donde da clases en su universidad.

Podría decirse que joven es el segundo apellido de este autor, tan precoz que a los 31 años puede alardear de una larga trayectoria poética, que, en este libro, adopta una nueva ordenación por bloques temáticos y ciertos retoques. "Esta es una versión corregida y reducida de mis poemas originales. Hay quien cree que cuando un libro se publica es algo intocable, que retocar implica traicionar la persona que fuiste, pero yo no", dice admitiendo que no ha intentado la reescritura. "Son lo que eran, pero más afónicos, más sordos".

La sencillez puede marcar el tono de su poesía, pero la forma de sus trabajos es inflexible, los sonetos se pliegan al canon y sus haikus, ortodoxos. Neuman recuerda a Stravinski cuando afirmaba: "Necesitamos reglas para sentirnos libres". La cita musical no es gratuita. El mismo es hijo y nieto de músicos: "Empecé a estudiar violín con 7 años, y fracasé por una, digamos, impotencia frente a los genes".

Década también incluye dos series poéticas inéditas. Escribió Mundo Mar , la primera, en un pueblo de la costa a lo largo de cinco veranos. La segunda, Alguien al otro lado son 18 poemas marcados por una supuesta proximidad de la muerte.