Hace ya mucho tiempo que los fabricantes de consolas se dieron cuenta de que el típico mando con botoncitos, el gamepad , no era el único accesorio que conectar a la máquina y vender al consumidor. Pistolas, joysticks y los elitistas conjuntos de volantes y pedales son un buen ejemplo. Con las nuevas consolas y su uso extendido a todos los miembros de la familia, Sony lanzó la cámara Eye Toy con la que los juegos cobraban una nueva dimensión al incorporar la imagen del jugador en la pantalla. Nintendo contraatacó con su Donkey Konga Bongo, que usaba un divertido bombo electrónico aunque pecaba de ser demasiado infantil.

Pero los periféricos de moda son sin duda las alfombras de baile. Aparecieron hace tiempo para juegos como El Libro de la Selva para PSOne, pero en estos años han mejorado.

Nintendo, en colaboración con la tecnología de Konami, tiene ya su propio juego que incluye una alfombra para Gamecube y ha escogido un valor seguro, como es Mario. El argumento de Dancing Stage Mario Mix es como cualquiera de los que ha protagonizado el fontanero: un ser bastante malvado ha robado las notas musicales del reino donde vive Mario y esto puede llevar a un desastre monumental. Mario tiene que recuperar las notas y, para lograrlo, en vez de usar la cabeza para resolver puzles lógicos o los saltos para dejar fuera de combate a los enemigos, el jugador debe bailar según sea la melodía.

Dancing Stage Mario Mix va señalando una serie de flechas en la pantalla que el jugador tiene que pisar sobre la alfombra en el momento adecuado. El juego no es muy difícil y se acaba rápidamente. Tiene más de 20 melodías correspondientes a otros niveles. De todas formas, es más atractivo descubrir los distintos subjuegos que incluye o comprar otra alfombra y bailar dos jugadores al mismo tiempo. Se ha diseñado para que resulte ameno para todo tipo de público. A. F. J.