El premio Alfaguara 2005 también ha quedado seducido por la novela histórica, tan de moda en los últimos tiempos. Dos escritoras argentinas, Graciela Montes y Ema Wolf, habituales de la literatura infantil y juvenil, consiguieron el pasado lunes este galardón con El turno del escriba , un relato ambientado en la Génova del siglo XIII, con un escribano, Rustichello de Pisa, y Marco Polo --el viajero que pasó 16 años en China-- como ejes de la trama. El jurado que concedió el premio, dotado con unos 135.000 euros, eligió esta novela entre los 649 originales de España y Latinoamérica que se presentaron. La decisión se adoptó por mayoría, según el presidente del jurado, José Manuel Caballero Bonald, que destacó la "calidad del texto" por encima de la trama. Para Caballero Bonald, la novela premiada es "un dechado de virtudes literarias" que recupera "el rango artístico de la escritura".

Los personajes centrales de la historia son el escriba Rustichelo y el viajero Marco Polo, que coinciden en prisión en 1298. El viejo escribano se encuentra abandonado por las principales casas reales europeas, a las que antaño sirvió. Con la llegada del viajero veneciano, Rustichello considera que con los relatos de éste y sus habilidades de copista y casi escritor, hará un libro que le atraerá de nuevo el favor de los príncipes cristianos.

Al conocerse que las ganadoras de la octava edición eran dos mujeres, la primera pregunta que flotó en el ambiente de la sede de la editorial fue cómo se trabaja a cuatro manos en una novela. "Ha sido una experiencia formidable", explicó Montes, vía telefónica desde Buenos Aires, "basada en un muy grandes respeto que nos tenemos".

Montes y Wolf se encontraban en un bar bonaerense llamado Marco Polo cuando decidieron escribir algo sobre el fascinante viajero, tarea en la que emplearon cinco años. Un tiempo dedicado sobre todo a buscar numerosa documentación de la época y de la vida genovesa, una de las ciudades-estado más potentes del Mediterráneo. Pese a la falta de documentos de la época --la imprenta era absolutamente desconocida--, las escritoras aseguraron que la parte histórica "es totalmente real" y sirve de red para la ficción, "que son los huecos que deja la Historia".

LA HISTORIA Y EL ANONIMATO

Partiendo de la conjetura de que el autor principal de los libros de viajes de Marco Polo fue el escriba, las autoras reflexionan sobre el significado que tiene "hacer una obra literaria para salvarse", objetivo de Rustichello. Así, "el viajero pasó a la historia y el escriba se mantuvo en el anonimato", según Wolf.

El fallo del jurado destacó la recreación de una "época fascinante de la humanidad", la de los descubrimientos.