Sus películas se enseñan en clases de filosofía; son básicas para entender las últimas décadas del séptimo arte; emocionan y entretienen; hacen reír, llorar y reflexionar sobre la grandeza del cine. Pese a todo, Woody Allen siempre ha sido extremadamente autocrítico consigo mismo. No se considera influyente. Y cree que nunca ha hecho una obra maestra que le ponga junto a sus grandes: Bergman, Kurosawa, Fellini, Buñuel... Ahora, sin embargo, ha estrenado Match Point , la primera película que ha rodado exclusivamente fuera de Estados Unidos y que On Pictures estrenó el 4 de noviembre en España, adonde llegó antes de debutar en su país el día de Navidad. Y por primera vez en muchos años, Allen se declara abiertamente satisfecho con su trabajo. "Es muy buena", decía recientemente en un encuentro con la prensa española en el hotel Carlyle.

Match point , que se presentó fuera de competición en el último Festival de Cannes y cosechó las mejores críticas que el director de Annie Hall y Manhattan ha visto en su propio país desde Balas sobre Broadway , ha sido el primer proyecto europeo de Allen.

CRITICAS A LOS ESTUDIOS

La película aborda un drama romántico y con un casi inusitado elemento de violencia en su cine protagonizado por Jonathan Rhys Meyers y Scarlett Johansson y rodado exclusivamente en Londres. "No decidí conscientemente tomarme un respiro de Nueva York pero en Estados Unidos tengo problemas para conseguir financiación", explicó el cineasta.

"Durante muchos años mis películas fueron financiadas aquí (por Estados Unidos) y la posición de los estudios era siempre muy positiva para mí: te daban el dinero, te dejaban irte y entregarles luego la película. En los últimos años el negocio cinematográfico ha cambiado mucho --continúa--. Las compañías te dicen que no quieren ser simplemente un banco: quieren leer el guión, saber quién va a estar en la película, también tienen ideas creativas. Yo no quiero eso".

Con su historia ya escrita, Allen marchó a Europa y allí descubrió su paraíso: "En Europa, cuando consigues el dinero, hay más respeto al artista. Quienes te financian no son estudios, no saben hacer películas, no leen el guión y ni siquiera saben quién va actuar. Simplemente te dan el dinero y te dejan hacer. Eso es lo que me gusta y no puedo trabajar de ninguna otra manera".

En la historia que narra en Match Point la suerte es un elemento clave. Y, según Allen, también lo fue fuera del celuloide. "Todo fue suerte", dice dando con los dedos uno de los primeros chasquidos de la conversación. "Escribí el guión y fue bueno inmediatamente. Necesitaba a Scarlett Johansson (da otro chasquido) y estaba libre. Quería conseguir un hombre muy sexy y Johnathan Rhys Meyers estaba disponible. Necesitaba que lloviera, llovía. Necesitaba sol, había sol. No pude cometer un error, no pude arruinar la película aunque lo intentara con todas mis fuerzas (ríe). Normalmente me quedo decepcionado con mis películas, pero vi Match Point y dije ´Dios mío, es buena´. Fue suerte. Pero la próxima vez- no sé, no pasa siempre. No soy tan afortunado todo el tiempo".

Allen hilvana un tema que parece falsa modestia, pero que suena real escuchándoselo a él mismo, quizá por la fuerza de la repetición: el sueño frustrado de hacer lo que él vería como una obra maestra. "Me he rendido, no está en mí, lo admito", dice. "El 1 de diciembre cumpliré 70 años, he hecho muchas películas, en todas he tenido libertad, no puedo culpar a nadie, decir ´habría hecho una gran película si el estudio´. He tenido todo lo que quería y no puedo hacerla".

Allen también explica que esa supuesta ausencia de una de las grandes películas del cine en su currículo no es grave. "No me quejo. Tengo un determinado nivel y puedo alcanzarlo si tengo suerte. Pero no me deprime. Soy feliz, amo a mi mujer y a mis hijos y eso es suficiente para mí. Estoy feliz con sólo hacer las películas que hago".

Tampoco, aunque sea difícil creerlo, Allen se siente influyente. "Hace poco hablé con Scorsese y le dije que él si ha influenciado a todo el mundo: todos los directores jóvenes hacen películas como Marty. En mi caso, que he estado danzando casi tanto tiempo como él, no hay un director americano ni un director joven que haga una película con mis influencias. ¿Por qué? No lo sé. No estoy triste; es sólo un hecho. Pero cada vez que hago una película intento que sea buena".