Si todo el mundo tuviera la habilidad de Paul McCartney no habría sector con menos futuro que las academias de idiomas. Cara a su nueva gira, el músico se ha propuesto chapotear once lenguas en once horas (entre ellas el español y el ruso). El año pasado aprendió japonés y húngaro. Si le va mal, siempre podrá postularse a intérprete de la ONU.