Resulta difícil, en principio, reconocer un papel ecológico, ya que no existe una legislación ni una etiqueta homologada internacionalmente que lo identifique. De ahí que primero haya que definir los criterios para reconocer un papel respetuoso con el ambiente. Básicamente, estos criterios se pueden resumir en dos: uno que hace referencia a los recursos utilizados en su proceso productivo (materia prima, agua, energía) y otro que atiende a la contaminación que genera su fabricación.

La mayor concienciación que la sociedad muestra en asuntos medioambientales es utilizada por algunos empresarios para ofrecer un producto que no es del todo lo que parece. Lo que popularmente se conoce como dar gato por liebre y encima a un precio elevado.

LA FABRICACION

Se puede decir que un papel es ecológico cuando en su fabricación se han tomado las medidas para evitar la contaminación del agua y la atmósfera. Un papel es reciclado cuando en su producción se ha empleado como materia prima sólo fibras recuperadas, es decir, diarios, revistas y papel usado en general. Así, un papel ecológico puede no ser reciclado (su proceso de producción es limpio pero usa pasta de madera como materia prima) y un papel reciclado puede no ser ecológico (usa fibras recuperadas, pero sigue un proceso contaminante).

En ocasiones, también se habla de papel 100% reciclado. Esta denominación obedece a que en algunos sectores se recurre a una mezcla de fibra de madera y fibra recuperada. Así, por ejemplo, los periódicos suelen utilizar este tipo de fibras mixta (70% reciclado, 30% virgen). Cuando la pasta procede totalmente de fibras recuperadas se habla de papel 100% reciclado.

Otra de las consignas que suelen añadirse a las etiquetas de papel es la de libre de cloro o, en inglés, Total Chlorine Free (TCF) . Esta designación hace referencia a que en el blanqueado de la pasta no se ha usado cloro. Uno de los procesos que más contimina.