Vivimos en la montaña rusa del cambio, que transforma a empresas y empleados. En la medida en que la presión competitiva se incremente, las personas se posicionarán como el principal activo. Y aquellas compañías y responsables de equipos que sepan gestionar las emociones de sus clientes y empleados obtendrán importantes ventajas. Es una de las reflexiones contenidas en la conferencia Talento, miedo y resultados. La gestión del compromiso , que Pilar Jericó pronunció el pasado viernes en el marco del Programa de Alta Dirección de la Universidad de Extremadura.

¿Qué es el talento?

--El talento es la capacidad de una persona o de un grupo de personas para alcanzar resultados superiores. Yo creo que todos tenemos talento pero no tenemos talento para todo. Y para identificar dónde lo tenemos es interesante saber qué nos gusta, dónde nos sentimos realizados.

¿Cómo se gestiona el talento propio?

--Primero teniendo en cuenta lo que se quiere, cuáles son nuestros objetivos. No hay nada más desconcertante que no saber lo que se quiere. También con la práctica, con el aprendizaje: insistir e insistir. Luego el reconocimiento ayuda mucho, sobre todo cuando eres pequeño, aunque más adelante ya no seas tan susceptible a él. Y sobre todo con la pasión, que lo que haces te guste mucho.

¿Y cómo se gestiona el de los demás?

--En la empresa, identificando qué tipo de perfil necesitas y luego creando espacios para que la gente se comprometa. A veces uno de los retos importantes es no desmotivar a la gente.

¿Y qué tiene que hacer una empresa para atraer el talento y luego conseguir retenerlo?

--El talento se puede atraer a través de las herramientas del márketing organizativo: hablando de las excelencias de las compañía y teniendo muy clara la proposición de valor de la empresa. Igual que hay una proposición de valor a los clientes, hay otra igual a los empleados. Cuanto más conocida eres y mejor hablan de ti más atraes. Luego lo siguiente es crear espacios, donde el liderazgo juega un papel fundamental.

Sin embargo, más que el talento, en la empresa tradicionalmente se han valorado en mayor medida otras virtudes, como la fidelidad o la constancia.

--Es que antes no hacía falta. Hace décadas lo que se reconocía era la obediencia. Henry Ford decía que su principal problema era que pedía un par de brazos y le llegaban con cerebro. Había que obedecer y punto. La suerte que tenemos los trabajadores es que las cosas han cambiado y ahora, más que nunca, hace falta que la gente tenga iniciativa, que piense, que se esfuerce.

¿Es el miedo la antítesis del talento?

--Es la gran barrera. El miedo tóxico, porque luego hay un miedo sano que está bien tenerlo porque si no seríamos unos imprudentes. Ese miedo se combina con el talento maravillosamente. El problema es el tóxico, el que te paraliza, el que te debilita. Y ése es incompatible con el talento.

Pero el miedo se ha utilizado como una herramienta de control en la empresa...

--Y se sigue utilizando, aunque ahora no tanto. Las cosas están cambiando, porque ya lo que quieres de la gente es que den lo mejor de sí mismos, no tanto la obediencia.

¿Y cómo se elimina el miedo?

--Hay muchos tipos de miedo y no hay una única fórmula para eliminarlo. A grandes pinceladas, hay que tener muy claro lo que se quiere; aprender mucho, porque cuanto más sabes, menos miedo tienes a enfrentarte a las cosas; poner pasión en lo que se hace, porque la pasión amortigua los miedos; trabajar en equipo; y poner todo tu compromiso. El compromiso aisla también el miedo, es un aliciente extraordinario.

¿Con qué rasgos definiría lo que considera un buen jefe?

--Un buen jefe se define de dos maneras. Primero, porque alcanza buenos resultados. Y segundo, porque la gente quiere seguirle e ir donde él esté.