A pesar de ser lunes, el López de Ayala registró casi un lleno el 2 de febrero para ver El Cascanueces de Tchaikovsky puesto en escena por el Ballet Estatal de la Academia del Arte de Rusia, con coreografía de Petipa. Especialmente se pudo ver entre las butacas mucho público infantil, garantía de futuro.

El ballet está inspirado en el famoso cuento de E.T.A. Hoffmann tomando como hilo conductor los sueños de una niña que cuando ve destrozado su preciado regalo navideño, el muñeco Cascanueces, se queda dormida al lado del juguete y comienza a imaginar un mundo de fantasía.

La obra se desarrolló en dos actos. Durante el primero, los bailarines se dispersaron por el escenario recreando una gran fiesta navideña y es en el segundo cuando comienzan los sueños de la pequeña. La pareja de bailarines principales, protagonistas de la obra, se deslizaron por el escenario con gracia y buen hacer. En primer lugar, con una lucha contra el ejército de los ratones y posteriormente con un gran desfile: los palitos dulces chinos, los pastelitos de nata, los croissant... que con mucha simpatía despertaron los aplausos del público y el entusiasmo de los más pequeños (en su mayoría alumnos de la escuela de danza).

Como colofón, un baile cruzado entre los artistas, ante un decorado simplista, y un vestuario que puso la nota de color.

Rostislav Zajarov, famoso coreógrafo y profesor catedrático de la Academia Rusa de las Artes Teatrales, fundó esta compañía con el apoyo de sus colaboradores y alumnos.