Varios días después del concierto en Cáceres, los sones y las letras de Sabina aún retumban en los oídos de quienes tuvieron el privilegio de escucharlas en directo. El genio de Ubeda, con quince minutos de retraso y vestido íntegramente de negro, incluido bombín y bastón, se plantó en el escenario del auditorio dispuesto a no repetir "el gatillazo" --como él reconoció-- de Gijón.

Poco a poco fue desgranando los temas de su discografía, incluido su reciente Alivio de Luto . Le acompañaba en cada letra un público entregado de principio a fin, con momentos de apoteosis al interpretar temas como Resumiendo o los clásicos Princesa Calle Melancolía .

Los compañeros de lujo que escoltaron a Sabina en Cáceres permitieron una tregua a la garganta del genio. Entonces se pudo oír la voz limpia de la genial Olga Román, los sones rockeros de Panchito Varona y el timbre suave de Antonio García de Diego, que tomaron protagonismo durante los minutos que el cantautor salió del escenario.

Sabina reconoció que tenía "ganas de directo, pero mucho miedo", que debió desaparecer sobre el escenario, porque ofreció una de sus mejores actuaciones ante un público que aclamó cada letra, cada comentario e incluso que rompiera el bastón con el que salió al inicio del concierto. Los dos bises finales redondearon una gran noche en el Auditorio.