Todo un universo es creado en There will be blood (Pozos de ambición) antes de que se pronuncie una sola palabra, desde ese plano inicial en el que unas desordenadas colinas, en la desértica California de 1898, rozan el cielo mientras unos aullidos kubrickianos se dejan oír y nos sitúan en algún lugar entre la admiración aberrada de unos monos al descubrir el monolito divino y la maldad vacía de los pasillos del Hotel Overlook de El resplandor. De pronto, entra en escena una figura humana, sola en una mina estrecha y opresiva, asiendo un pico en busca del petróleo igual que Jack Torrance asía un hacha en busca de sangre. El petróleo, por cierto, es la sangre de la tierra, la sangre de su historia. Los dos líquidos se mezclan cuando esa figura misteriosa se hiere la pierna justo antes de arrastrarse para descubrir negro oro. Mientras se arrastra por las paredes de la mina, a medida que el petróleo baña sus heridas, parece penetrar en su organismo el germen de la obsesión que luego vehiculará esta película.

Dos horas y media después, 30 años más viejo, ese hombre está en el suelo otra vez, sentado en un carril de una bolera, en el sótano de su enorme mansión. Vuelve a tener las manos sucias y el rostro mugriento, como si sus poros sudaran petróleo. Y es entonces cuando el actor Daniel Day-Lewis ofrece los lances más intensos de su impresionante interpretación. "Decidí hacer esta película tras ver unas impresionantes fotos de pozos petrolíferos americanos, pero pronto comprendí que dos horas y media de pozos petrolíferos serían muy aburridas para el espectador, y entonces también decidí llamar a Daniel Day-Lewis", comentaba el director Paul Thomas Anderson la semana pasada en la Berlinale, donde se presentó su quinta película.

El director exhibe una nueva madurez y contención. Porque esta es una obra íntima, casi una colección de confrontaciones personales entre el empresario Daniel Plainview y el mundo que lo rodea. La película, inspirada en los dos primeros capítulos de Petróleo --novela de Upton Sinclair recientemente publicada en Espana por Edhasa--, ahonda en el origen del capitalismo americano y la libre empresa en su forma más desagradable y avariciosa a partir de una industria determinante del tejido político y económico del país.